martes, 15 de septiembre de 2015


Me equivoco mucho,
queridísimo querido. 

La tristeza es esa vulgar coima 
ebria y machacona 
que viaja en el elástico de las medias. 

Cuando salgo del metro digo salgo del mundo 
como podía decir salgo de la vida, 
siempre de ésta tan mía, a veces escorada, 
a veces lineal como un verso que se estornuda. 

La escondo para que nadie la vea, y 
sonrío, 
sonrío mucho, 

porque allí abajo entre el ruido 
de los vagones, o arriba 
entre los pasos de “pitones”, 
sé que la luz sigue siendo un escándalo, 

y aunque me pesen los pies o las ganas, 
me obligo a quitarme las gafas de mirar 
lo que me disfraza, 
y le doy una patada al cosmos,  
mandándole al tendido de sombra. 

No somos dioses de ninguna parte,
queridísimo querido,  
somos sobrevivientes de nosotros mismos, 
perfectos ignorantes, 

que en el fragor del intercambio de flores 
vemos guijarros 
y escupimos al suelo como toda una aventura, 

tan estúpidos somos 
mi queridísimo querido, 

por no amarrar como es debido a la tristeza, 
y por no dar una patada bien fuerte 
a ese cosmos absurdo que inventamos. 



Nená de la Torriente 

3 comentarios:

  1. Identificada total. Pero hay que seguir sonriendo... y viviendo.
    Salirse de la vida no se puede.... no se debe... La vida está para vivirla, aunque a veces sea a trancas y barrancas, aunque a veces no sepas si es vida o es otra cosa, pero si pierdes el coraje pierdes la dignidad, y eso sí que es bajarse de la vida.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu comentario Maite!
    Me alegra verte aquí, en esta intimidad compartida...
    Cariños!!!

    ResponderEliminar
  3. De nada... Como te dije, me sentí identificada con tus palabras... y muestran perfectamente el ser humano tierno y ligeramente triste que llevas dentro <3

    ResponderEliminar

Háblame