lunes, 1 de diciembre de 2014


En esta verdad a medias 
hay un silbido generoso, 
un venero constante 
que se deja llamar por su nombre, y 
ganas de ombligar las distancias 
con un intenso roce 
de umbilical destreza. 

Ya sé que aún no me eliges, 
que te gusta la caída de mis ojos 
e imaginas despierto el beso amarrado 
y preciso, 
con la exquisita pericia de los amantes. 


Pero a esta unión de nosotros 
le sobran márgenes 
para andar o desandar de aquí a todas partes, 
y sentir la suela de los zapatos 
en el fluctuar de todas las atmósferas. 

No sabemos si el camino nos custodia, 
ni si somos aventureros o comensales, 
tal vez sencillos extraños protagonistas 
de esta historia o de otra distinta, 
aun sin contar todavía 
de una manera explícita, 
con ninguno de nosotros.



Nená de la Torriente

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