hay un silbido generoso,
un venero constante
que se deja llamar por su nombre, y
ganas de ombligar las distancias
con un intenso roce
de umbilical destreza.
Ya sé que aún no me eliges,
que te gusta la caída de mis ojos
e imaginas despierto el beso amarrado
y preciso,
con la exquisita pericia de los amantes.
Pero a esta unión de nosotros
le sobran márgenes
para andar o desandar de aquí a todas partes,
y sentir la suela de los zapatos
en el fluctuar de todas las atmósferas.
No sabemos si el camino nos custodia,
ni si somos aventureros o comensales,
tal vez sencillos extraños protagonistas
de esta historia o de otra distinta,
aun sin contar todavía
de una manera explícita,
de una manera explícita,
con ninguno de nosotros.
Nená de la Torriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame