BESO MILAGRO
De la edad
quedaba un pequeño gesto
apartado en un sobre,
un lenguaje obsceno y destemplado,
la amaritud de una historia
muchas veces
relatada.
De los sueños,
batintín de nubes,
un azul cobalto que soñó con ser celeste
y que el tiempo
mojó con tintas dolientes
hasta oscurecerlo.
Dentro de un cajón sencillo
los dos callaban,
con esa manera de mirarse
sin robarse
el uno al otro
el aliento,
y tú ausente de cualquier historia
llegaste por la ventana
y
¡zas!
Me diste un beso,
como la cosa más natural del mundo.
Nená de la Torriente
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