Cuando soy un serón
mirando al cielo
sin atender a recatos
no se entiende tanta
carga que se vierte
sin preámbulo.
Soy la voz
que atraviesa la intención
que atraviesa la intención
por encima de la
palabra escrita.
La niña que no
sabe
de la extensión de su
cuerda
sino de los saltos
a pies juntos,
a pies juntos,
con la boca en el
empedrado
si
hay
caída.
No se entiende que os habite
como os habito,
atropelladamente,
sin ademanes,
sin una sola cita.
Y es que el tiempo
no
sabe de ilaciones
ni de códigos,
se precipita
como yo me embroco
sin descanso,
sin descanso,
una y otra vez,
en vuestra
tímida vasija.
tímida vasija.
Nená de la Torriente
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