Someto a la papelera
el ruido brusco de las aseveraciones,
la infatigable desgana que alcanza
el que anda dándolo todo,
el periodo de desamor tan hiriente,
las palabras dichas con la sangre en ardentía,
la falta de amor hacia lo que no sea de uno,
lo inmarcesible de la avaricia,
la ambición hostil y desmedida,
los poemas que como lágrimas van buscando
tardes lluviosas,
también el instinto de someter al otro
a nuestros afanes
y el ombligo redondo del que cree haberlo
leído todo.
Someto a la viudez a aquello que asoma
la nariz con aire vanidoso,
al desempleado de sí mismo,
al que no sabe contenerse
y al que se esconde en acerico repleto,
al que anda buscando lo malo
como único refugio
y al que le fatiga el verso que no es suyo
porque a su vuelo le falta oxígeno.
Someto a la ignominia
a la mujer que rivaliza con sus piernas
y entrepierna como posesiones tácitas,
al hombre cerrojo que se le antoja
un mundo a medida,
al anciano que exige que se le tenga
por eminencia,
a la mujer que cree que ama demasiado
y al hombre que no sabiendo lo que quiere
formula obstinadamente promesas.
Nená de la Torriente
A veces no nos damos cuenta del troco en el ojo y criticamos la paja en el ajeno
ResponderEliminarBuen poema ...
Un abrazo !
Es cierto María, pero a veces la intención de cambio, de renovación, puede parecer una crítica y nada más lejos...
EliminarMillones de besos,
Nená
gracias Nená... por hacernos pensar y sentir... (a pesar de un océano de distancia tantas veces te siento cerca) feliz año... nos leemos...
ResponderEliminarGracias a ti poeta, por todo lo que nos enseñas a golpe de verso,
ResponderEliminarde humanidad que no conoce distancias.
Sonriamos al 15 antes de que nos sonría a nosotros!
Nená