No voy a
tenderte palabras
como si
contuvieran la vida,
este es el
espacio que me concedo
sólo entre
aullidos.
Lo vivo está
en el grito
y en la
pausa que se le amarra
a la nuca para recargarse.
Esta es mi única voz
y estos ojos
son el reino
de todos los
peces.
Mírame desnudo
de sentencias
y atiende:
Te invito a invadirme
como la mañana templa de color
todas las siluetas,
como los relojes pestañean el blanco
de todas las esferas,
con la aguja más anémica y larga.
No tardes.
Nená de la Torriente
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