Lo que hay de verdad en un temblor
así será la semilla.
El escapo, el beso lento primero,
poco después largo
que intimará dos lenguas
en una sola laguna,
sabiendo navegar sueños
de velas inhiestas con vientos variables.
Las promesas, hojas que irán cayendo
en las estacionen amarillas,
lentas o a tropel pero con dolor todas ellas.
Las quimas,
esperarán bordear los labios
tantas veces como el calor del relámpago
les venza o les empuje,
serán las ganas de lucha
que quedarán
bajo tanta derrota o encima de ella,
triunfando en la
hoguera del sol de mediodía,
donde la palabra Fin aún se desconoce.
Alimentarás la tempestad
pero el árbol seguirá creciendo.
Nená de la Torriente
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