Ya sé que enseño lo que no sé enseñarme,
que pinto lo que no sé pintarme,
que puedo vestir cientos de miles de muñecas
y no sé colocarme la blusa
sin abotonarme bien ni un solo ojal.
Sé que puedo idear paraísos y vivirlos
hasta el vértice del delirio,
pisar líneas de tiza,
borrar memorias,
fragmentar Borazón
y reírme con todos los dientes
como si el cielo se abriera para sacudirse en aguas.
Sé que sin saber nada
juego con la ternura del que sabe jugar,
no con la soberbia del que cree que lo sabe todo
y sé que me equivoco al pensar que puedes sanarme,
que tu amor puede sanarme,
pero insisto en buscarte
y eso seguirá condenándome.
No me reprendas por ello
sólo desanímame algún lunes que otro
y algún martes,
y los jueves,
y los jueves,
y todos esos días que me vengas a ver.
Nená de la Torriente
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