El anti-poema
Me dijo un barbilindo
que dejara de escribir,
que no os llenara los ojos de letras,
demasiados poemas, demasiados.
Tanta serie se convertía en número
y éste en algo tan mecánico
que cualquier inclemencia oxidaría,
arruinando su apetito.
Todo necesita un reposo.
Me dijo mi joven purista
que nunca sería una poeta,
-poetisa me daba la risa-
entendiendo
que entendía lo que escribo,
no el modo en que entraba el aire
en mis pulmones.
Anhelaba que me tocarais por dentro,
tanto como desaparecer
cuando todo quedara por decir.
El agravio no podía ser
una condena a la exclusión,
y si lo fuera
no podría incriminaros
estarías siempre eximidos.
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