jueves, 2 de julio de 2015

 
Me recuerdas a las mañanas 
que se levantan viejas 
con ese olor 
entre cándido y gastado 

de un Madrid con memoria. 

Te llevo en la pupila 
de cada garito 
con polvo en las baldas, 
y con voces en las paredes, 
allí donde pinto y repinto 
un corazón 

con el índice en todas sus tablas. 

Me vienes a la boca 
con el primer trago 
y con el olor a geranios 
en los balcones, 
a los gritos del barrendero burlón 
que golpea la chapa del camión 

para que arranque, 

y a ese teléfono que esperas 
con ansiedad que suene, 
pero que sabes 
que no sonará nunca. 

Si los recuerdos fuesen aire 
que aprende a bailar, 
y la memoria baile 
que permanece quieto, 

sin duda tú serías la música. 



Nená de la Torriente

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