mis
faltas de ortografía 
haría
una saya negra 
con
que cubrir tus desencantos. 
Me
quedaría paño para deshilar 
en
llantos cada carcajada rota 
desposada
con un dedalillo de anís, 
y hasta un ovillo 
para desenredar cometas. 
Tanta
–h burlona, 
tanta
–v que quiso ser más alta 
y
amiga amable de Botero, 
esos
acentos díscolos, 
y
aquellos remolones que se colaron 
entre
los versos como ilegales 
en
busca de otra patria, 
porque
la que guía este barco 
siempre
zarpa deprisa 
sin
revisar su tripulación.
Si
juntase 
todas
mis faltas de ortografía 
podría
hacerte un tejado de tintas 
para
que llovieran lunares negros 
en todos los trajes de novias,
puntos infinitos para caminar 
en el vacío 
y
botes salvavidas para vadear
todas las aguas. 
Nená de la Torriente