Puedo darte en lo que
no estoy
y aquello que no sé que tengo,
porque en tus
brazos devengo
en una chamba
imprecisa,
falible como todas
las cosas
que dejan de ser
siendo
lo que han sido,
o aquellas que se
precipitan
en nacimiento sin
saberlo.
Estando contigo
voy y vengo
y bailo con el
fino polvo que levanta
el lebeche,
o corro a morder
tu espalda
con el frío hosco del gregario.
Quiero y puedo
amarte,
porque estoy en
toda tu cordillera
de parte a parte
y me perteneces
tanto y de tal manera
como la gravedad de la tierra
exige el peso de sus cuerpos.
Nená de la Torriente