Bajo
la atenta mirada de la compostura
se
van construyendo los delitos.
La
gravedad reside en que la palabra
no
estalle, y es ella la que debe estallar
antes de que caiga el casquillo al suelo.
¡Nadie
quiere que otro ser humano muera!
Es
un desgarro que se vierte como herida propia
por
no haber sabido…
Por
no haber podido evitarlo.
A
nadie le gusta la guerra pero ellas existen,
porque
hay pueblos que avasallan y otros
que
no quieren ser avasallados,
Estados
que manipulan, economías que subyacen
en
la sombra de cada arma que sostiene una mano.
¿De
qué nos sirve la inteligencia?
¿Esa
sensibilidad exquisita para el Arte?
¿La música?
.
.
.
¿La poesía?
La
bondad de millones de corazones
que no pueden más
que condolerse
por
tener corazón, y que el mundo,
su
mundo,
no
haya dejado de ser ni un milímetro
más
villano
con
todo
lo que ahora
sabe.
Nená de la Torriente