viernes, 15 de agosto de 2014


Hablaré para no decir 
para que sepas que estoy aquí, 
escuchándote. 

No morderé la manzana. 
No morderé la manzana, 
ni siquiera miraré el árbol. 

Voy a ser la sombra que mida 
tu cintura cuando quieras un abrazo, 
tus labios y el grueso de la lengua 
cuando busques ese beso 
que te inflame y te trastorne. 

Voy a ser el cielo raso de tu sexo. 

Ningún mandamiento, 
ninguno. 
El peso y las medidas, 
los códigos y los edictos sin digerir, 
yacerán en el cuerpo frío 
de las serpientes. 


Nená de la Torriente