Sígueme
si puedes
donde
nada perturba,
al
mismo centro del beso
no
al costado ni al inicio
donde
todo es revoltoso
maridaje
de terciopelo y lija.
Sígueme
si puedes de un salto,
allí
donde se columpian las nubes
sin
cielos,
donde
no hay claro-oscuro
ni
lunas,
ni
amores soberbios,
donde
amarse es condición necesaria
no
último andén de la contienda,
que
otro llame caricia.
Sígueme
si puedes
y
cuélate dentro sin armar murmullo,
que
no hay que hablarlo todo
lo
que callado está dicho,
ni
pensar más allá de lo que no debe
de
suyo proclamarse.
Te quiero.
Nená de la Torriente