martes, 19 de agosto de 2014


Te miro y mirarte 
es pasear castillos ambulantes 
del manillar de una bici 
con heridas de arena.
Mirarte es llevar de la mano 
todas las amapolas 
de los campos serenos 
que hacen mares del trigo. 
Mirarte es colmar jarras de vino 
con sombras frescas de olivo, 
vides e higueras. 
Mirarte es volcar el ombligo 
a un terremoto de avispas 
en su mismo avispero. 
Mirarte es dejarse bañar 
por las aguas de un río 
de tenencia celosa 
y bajar hasta el fondo 
en busca de sirenas. 
Mirarte es mirar al amor, 
 observar el incendio 
y a su rebrote incesante, 
como a la mecha 
de una vela inquebrantable 
que no  par
                pa
                      de
                             a
con el paso del aire. 



Nená de la Torriente