Pequeño azul
Junto a la alberca,
que no era una alberca,
y la colina,
un puñado de ramas altas y apiladas,
nadie se dio cuenta
de que tú habías crecido.
Vivía abril aún en tu hermosura,
pero por dentro
un velo tejido con huellas
sobre la arena húmeda
iba mordiéndote las ganas
de volver a ser lo que fuiste,
o no serlo más ningún día
¿qué hacer contigo?
¿A quién venderle un segundo
o un tercer día
la fragancia del primero
con matices distintos?
Pensaste hacerte envoltorio
de cualquier otro libro,
eclipse de sol,
ayuno bajo las ramas de las cajigas,
príncipe heredero de algún venerable
que codiciara de algún modo
tu falsa inocencia,
tu mocedad bien parecida,
aunque se te olvidaba
que la mirada de los otros y su lectura
no era agua del mismo pozo.
Pequeño azul
¿qué hacer contigo?
Nená de la Torriente
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