Nos conformamos
con ese numen de las campanas,
que si estaban o si no
a otro aire,
que si fueron o no
que ni lo ocupen,
porque su repicar nos está hiriendo
el alma
en este mismo instante.
Nos conformamos
con esa amiga que nos encumbra,
que rebajas nos pondrá la sin condena,
y ya inventaremos deudas de amor
imposibles,
reventando la hucha de la indolencia
porque no hay amor que se hipoteque,
ni mentira que sepa estancar el afecto real.
Nos conformamos
con días equívocos y tardes lentas,
indefinido el pulso,
torpemente aproximado el abrazo,
el ambiguo verso o el impreciso poema,
y para qué deslindarlo
si nadie lo querrá habitar.
Nos conformamos con pequeños roces
en lugar de la incandescencia,
tramos cortos en el indeleble suelo,
sentirnos qué para ya y ahora,
sin un luego, sin un quizá.
Nos conformamos
con decirnos calladamente
tal vez hoy pase, tal vez no sea,
tal vez aquello que ignoré entonces
debió asumirlo mi estribor,
será que entonces sobradamente
no era el momento
ni el ensueño,
y la poesía
y el espejismo
estaban en otro lugar.
Nená de la Torriente
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