martes, 27 de octubre de 2015



Le duele la verdad y su ausencia 
en el camino, 
detrás de la valla, 
donde prosperan los suspiros 
entre la trastienda y la resignación. 
Cabecea, como se enoja 
o se disipa, 
sin entender la sanción 
ni la amnistía 
en los muros recientes y 
en los centenarios, 
los que crearon otros 
y que se dicen así mismos testimoniados. 
Le duele la verdad y su ausencia, 
esa que no distingue en nada que visita. 
La hipocresía, 
la falsa humildad y 
del amor la exigüidad 
más estentórea. 
Una inexistencia parva y sin vestigios 
de todo lo que para ella 
no son accesorios, 
los que deberían gestarse como inexcusables, 
por lo muy acertado de sus fórmulas 
 para lo que implique 
que algo 
'está realmente bien hecho'. 
Le duele tanto dislate, 
tanta frase de comediante 
que desprecia el yo del rayano, 
siendo el mismo yo que va con él 
en silla de montar y al galope. 
La miserable crítica del menos oportuno, 
la canción de los celos innobles, 
la ambición que no conoce 
consecuencias y arrasa. 
Le duele la verdad y su ausencia 
en el camino, 
la curva y su falso ofrecimiento, 
la emboscada que no tarda en aparecer 
engullendo todo a su paso. 

Nená de la Torriente

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