viernes, 23 de octubre de 2015


Me di la vuelta
y el mundo se había ido.
No había nada que me atormentara
ni nada de aquello a lo que había sonreído
ni lo que había gozado hasta el delirio
en escasos  ins   tan   tes.
Pensé  recuerda, recuérdalo todo,
retenlo en algún lugar de tu mente
por si no hay nada
con lo que llenarla ahora.
Pasaba el tiempo supongo,
porque suponer era el estado más parecido
a éste que estacionado en un punto sin perspectiva
ni siquiera me proporcionaba un vahído
o un pequeño vértigo.
Podía haberme quedado parodista
pero no había imitación burlesca,
y esa claridad tan vacía
no era propia de una pérdida de sentidos
común de una invidente al uso
sino de un vacío absoluto
propio de un nihilismo manifiesto.
¿Qué hacer, me movía?
¿Podría el vacío tener caída?
¿Cómo saberlo?
Di un paso apresurado,
luego otro mucho más lento
y caí estrepitosamente.
El mundo no había desaparecido,
sólo me quedé dormida
como tantas veces dormito al costado de las cosas.
Esa ha sido siempre mi clara lejanía 
contigo,
con el mundo incomprensible,
con todo lo que aborrezco.
 
 
Nená de la Torriente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame