miércoles, 18 de mayo de 2016


Sí te quiero
como quiere la hiedra su color 
sin conocerlo, 
de esa misma manera extraña 
como se entiende lo unísono 
cuando agrupa más de un instrumento. 
Si desaparecieras 
tendría fiebre, 
y mis ojos 
serían los de una perdida, 
enramados en tinta roja 
como árboles perfectos. 
Sí te quiero, 
sin pensar qué o cómo estoy sintiendo, 
si es ahora o ha existido siempre, 
si hay medida, volumen, o movimiento, 
sexo, diferencia o grado, 
tantos absurdos que dividen y parcelan 
esto que ya es único. 
Si aparcaras en renuncias 
y en  no puedos 
tantas energías, y 
negaras ese poder que tienes 
para dar la vuelta al mundo 
en un salto con los pies juntos 
me encanecería sin remedio, 
y mi aliento en negra llama enquistaría 
cada palabra de humano peso. 
Y si te marcharas 
me dejarías agonizar como un tallo 
que se sesga, 
o un manantial que agota su caudal 
y ve agrietar su cuna 
como la piel más vieja del mundo. 


Nená de la Torriente


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