¿Cuántos desahucios soporta un corazón?
Al volver del espigón
el mar parecía distinto.
El mundo no quiere a la gente triste
-Me dijiste-
Pero yo no estoy en cesión,
no he sabido nunca estar en venta.
Al cruzar la autopista
el mar volvió a ser el mismo.
Atónito me miraba
como si estuviera más vivo que yo,
como si realmente estuviera ahí.
No sé porqué no ves el mar
en este Madrid inmenso,
se puede ver en cada calle ancha,
en el murmullo de la gente que se precipita,
entre las hojas de los árboles,
aquí en mis ojos y en los tuyos,
en la mano del niño,
hasta en los silbidos de la noche más oscura.
¿Pero cuántos desahucios soporta un corazón?
Si no fuera por esta risa loca
que amo tanto,
casi siempre atolondrada e inocente,
y por el deseo
de que el corazón arrostre,
el mar ya me habría engullido
con verdadero apetito.
Nená de la Torriente
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