Desear la inmortalidades desear la perpetuidad de un gran error
Schopenhauer
Ya permanezco.
No sé en qué momento,
si fue cuando dejamos de ser
algo-alguien,
un nosotros,
un muchos,
¡un total el mundo!
Un existiremos,
un ojalá exista después de existir
en este ¿proceso?
Ya me he quedado un poco
en esta habitación a oscuras,
en esta mañana clara
sin hacer demasiado ruido,
con un pequeño beso,
un abrazo,
con un pequeño beso,
un abrazo,
sin que se me entendiera,
¿sin importarle a nadie?
No lo creo.
Ya estoy.
Ya he sido.
¿A qué acallar los labios
con promesas de otra cosa
que las de haber estado ya,
si acaso?
No debiera de soñar más allá
de mis propios y caudalosos sueños
de este presente único,
que de ser son ya un espacio en escalera
generando sus propios 'hijos'.
¡No renuncio!
Ni tanta chaladura,
pero toda
para el que no sabe leer
ni ha sabido leer nunca,
que un poema puede abrirse
de abajo arriba
y de dentro afuera,
como reventarse en millones de esquirlas
y desmontar cualquier emoción en una sola.
Ay, amores míos,
vidas en estas vidas
o en otras sin haberse visto,
o en otras sin haberse visto,
cariños que no supieron,
que no pudieron,
que no les dejó la rueda de la hipocresía
o la vida misma
ser lo que quisieron,
¡cómo os entiendo,
cómo lamento vuestras vidas!
Nená de la Torriente
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