domingo, 2 de octubre de 2016



Ya no tengo prisa, 
los jardines han echado sus candados 
y al aire le sobra sombra. 
Vendimio de poco en nada 
los otoños de sol en los bancos 
con sus disparos delgados, 
y bebo sólo agua 
que a la razón no le gusta que me amohíne. 
No espero inquilinos a dilatar mis ansias 
ni peces de colores en los labios. 
Dejo que el arroyo manso siga librando 
lo que no libran mis manos, 
y me abandono en su orilla. 
Ya no tengo prisa, 
en las noches duermo a ratos de guillotina 
y me despierto como ayer, 
con arrugas en los párpados, 
muerdo la punta del día para que me cabalgue 
y sigo sonriendo,  
como si me hubiese devorado  el sol. 


Nená de la Torriente

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