martes, 25 de octubre de 2016


Le temblaban las manitas 
y el recorrido de sus ojos 
investía a los colores con aromas. 

Ya sé que me digo respira 
y aprieto los ojos 
para recordar qué me hace sonreír. 
Sé que el tiempo es nada todavía 
y todavía 
no es sólo una cuestión de tiempo. 
Ya sé cómo viven los versos 
dentro de mí, 
nunca fuera, 
porque apenas me hablas cuando escribo 
y es por eso que cada vez suspiro 
con más frecuencia. 

Su cuerpo un alfiler de sentidos 
todos despiertos,  
una laguna su boca 
de palabras inexactas. 

Adivino tu presencia una y mil lunas 
alrededor de mis teclas, 
tu burlona sonrisa, 
los anatemas lanzados sin balanza 
y el miedo a verme bonita, 
demasiado bonita. 

El alma amarrada a un llanto 
mitad dolido, 
mitad dichoso; 
dos sexos en uno 
y demasiado amor para sobrevivir.


Nená de la Torriente

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