Me lees y creas viento
y nace el viento cuando escribo.
Del cielo los estornudos
que amansan las soledades
imprudentes.
¡Viento para las lágrimas
para las penas, todas!
¡Vendaval que levanta la tierra
desde los pies umbríos,
que libra al callado
de su secreto!
Aire furtivo y manifiesto,
que públicamente se expresa
para seguir huido,
que arruina las lizas de los hombres
con airón de nubes crecidas
e invita a la magia de la sonrisa
para que se burle entera
de toda la maldad del mundo.
Nená de la Torriente
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