para no escondernos,
para sonreír frente al juicio
y el reproche.
Retozones,
inquilinos de cuevas próximas
y remotas,
almos de credos
con arrugas invisibles.
Como dos ningunos,
pintamos de alegría
los escombros,
bailamos al sol
de medianoche.
bailamos al sol
de medianoche.
Como dos humildes,
vemos ubres llenas
y fiesta
en la insolvencia,
anónimos y bendecidos
a orillas de la risa permanente.
Como dos mordiscos
de mañana en el presente,
de mañana en el presente,
sin alardes,
invencibles.
Como dos cándidos
con lirismo y terneza,
aliviados por el empeño
de ser valientes,
permeables pasajeros.
Somos
lo que nadie ve en nosotros,
la licencia,
la voluntad,
el albedrío.
el albedrío.
Como dos príncipes,
terremoto y calma,
dos lenguas libradas
de cualquier chirlo
y de cualquier dogal.
de cualquier chirlo
y de cualquier dogal.
Nená de la Torriente
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