Tenemos el alma en verso
cuando nos perdemos
y nos hallamos en hojas de avellano
o en lluvia fina,
a la que mirar sin cerrar los párpados.
Somos ruido en un amanecer de otoño,
persianas dislocadas y coquetas,
abanicos mirando el suelo
sin buscar nada más
que el aliento del frío.
Armonía, en cualquier océano de peces
o de autos
si sabemos mirar respirando,
más allá del rastro de su feroz estruendo.
Somos arte en el sueño
devorando realidades imprecisas,
sumergidas en inciertas y vagas paradojas.
Somos siempre algo más de lo que somos,
una antítesis,
un qué se yo
a lomos de un siquiera,
un amor que pudo ser
y no quiso,
un obstáculo
en nuestra propia reconquista,
un mírame
encima y debajo de tus cosas,
un lugar que persiste
y no despierta,
un tal vez,
un mañana,
un poema,
una extraña vaguedad,
un misterio.
Nená de la Torriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame