Escribir con los ojos cerrados
al bosque,
los dedos en el valle accesible
y despejado.
Escribir con un sólo diálogo.
Lo incognoscible detrás,
en la espalda,
colgado en la cruz de otro,
amante de equívocos
y nebulosas.
Cerca del corazón conviven
las grandes y las pequeñas cosas
pero él no conoce cómo lo hacen
en esa habitación sin paredes,
que tan mal controla.
Aprende que lo malo y lo bueno
a raciones injustas,
con una injusticia admisible
y se pregunta si existe
una injusticia admisible.
Lo bello y lo feo compañeros
en proporciones inciertas.
El manipulador y el manipulado
en islas alejadas,
bajo ninguna calina,
para buscarse sin pérdidas.
Este presente redondo
tal vez tenga esquinas
con absurdos enrejados,
pero nadie quiere quedarse
atascado en una grieta
o en un ángulo,
que la curva invita al tránsito
y al recorrido invicto.
Escribir en una fosa legítima,
uno, para uno con todos,
sin ser mínimo ni transferirse,
dejando lo profuso del bosque
para cualquiera.
Por eso hoy y ahora,
esto de aquí tan pequeño
es lo que más me interesa.
Nená de la Torriente
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