viernes, 15 de julio de 2016


Escribir con los ojos cerrados 
al bosque, 
los dedos en el valle accesible 
y despejado. 
Escribir con un sólo diálogo. 
Lo incognoscible detrás, 
en la espalda, 
colgado en la cruz de otro, 
amante de equívocos 
y nebulosas. 
Cerca del corazón conviven 
las grandes y las pequeñas cosas 
pero él no conoce cómo lo hacen 
en esa habitación sin paredes, 
que tan mal controla. 
Aprende que lo malo y lo bueno 
a raciones injustas, 
con una injusticia admisible 
y se pregunta si existe 
una injusticia admisible. 
Lo bello y lo feo compañeros 
en proporciones inciertas. 
El manipulador y el manipulado 
en islas alejadas, 
bajo ninguna calina, 
para buscarse sin pérdidas. 
Este presente redondo 
tal vez tenga esquinas 
con absurdos enrejados, 
pero nadie quiere quedarse 
atascado en una grieta 
o en un ángulo, 
que la curva invita al tránsito 
y al recorrido invicto. 
Escribir en una fosa legítima, 
uno,  para uno con todos, 
sin ser mínimo ni transferirse, 
dejando lo profuso del bosque 
para cualquiera. 
Por eso hoy y ahora, 
esto de aquí tan pequeño 
es lo que más me interesa. 



Nená de la Torriente 

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