A tiempo pasado
las cosas pasan con nosotros
íntimamente abrochadas,
con remiendos leves.
Los momentos, muchos,
pequeñas siluetas
a menudo inadvertidas
detrás del ojo,
si es que perdemos
sin querer sus infinitos.
Si no fuera Una, sólo una
a navegar en este bote,
tal vez la vida generosa
me dejase ver en este verde
los miles de azules que intuyo,
y los malvas,
los amarillos,
tonos mates y brillantes
aún desconocidos;
la alegría de otros instantes,
también muchos,
que poder descubrir con otro.
En el fondo
te hablo a todas horas
pero tú no me escuchas,
estoy varada en un mar de peces
que parecen ruidosos pájaros
y te escribo,
te pienso,
te imagino
un Uno junto a mí
amantísimo siempre,
como la lluvia dable entero,
enemigo de la reserva
y del egoísmo,
no del misterio.
Pero ya sé,
me temo que no eres posible,
eso me andan diciendo.
Y hay muchos azules en ese verde
que no puedo ver sin ti,
y malvas,
y amarillos,
y tonos mates y brillantes
que aún no conozco.
Nená de la Torriente
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