viernes, 26 de agosto de 2016


Cuento los minutos. 
No vuelan, 
caminan encima de mis piernas 
con sus zapatitos de tacón. 

No quiero ser paloma, 
la paz no está en las aves, 
ni en aquellos que aman  
sólo 
los 
animales, 
a menudo maltratan a los hombres. 

Tampoco está la paz en aquellas 
que defienden su sexo 
como refugio y fortaleza. 
Suelen destronar 
la ley natural 
en pos de una guerra absurda: 
Nunca se corrige un error 
con otro. 

Ni en el exceso de la idea 
nace la verdad absoluta, 
sí la necedad. 

No quiero ser bandera, 
que mi cuerpo me pertenezca a mí 
no al pedazo de greda 
donde vayan a dormir mis huesos.  
Las telas se rasgan por dineros 
y por un trozo de paño se mata. 

Cuento los sonidos de la noche. 
No me hablan, 
susurran soledades idénticamente mudas. 
Lamentable es ser origen y causa 
de tanto despropósito, 
y al tiempo 
ser una creación tan maravillosa. 


Nená de la Torriente

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