domingo, 10 de enero de 2016



Tendrían que habernos avisado 
de lo cruel que es la villanía, 
del disfraz del ángel, 
de las trampas del destino, 
del continuo vaivén de la sorpresa 
del mismo modo 
que la Belleza nos asalta cada día, 
exquisita a menudo, 
como poderosamente indigesta 
para un corazón debilitado. 
Tendrían que habernos hecho mapas sencillos, 
haber dejado muescas en las piedras, 
dibujos entre las ramas más viejas 
de las encinas centenarias 
a este lado del dique de las aguas; 
Tablas ayudando a que la memoria 
no se enterrara en la nieve, 
cláusulas en la semilla 
donde el ser humano nace diminuto 
como esperma aún mucho más dulce. 
En cambio llegaron de todas partes  
a decirnos qué hombres eran valiosos, 
apuntando quiénes podían superar qué pruebas 
o de qué precipicios iban 
-irremediablemente-
a caerse, 
y llegaron con apellidos similares 
imponiéndonos lo que era más correcto, 
lo que era mejor y más oportuno. 
Sometieron al mundo, 
le quitaron el color, 
la palabra, 
su lenguaje y comunión natural. 
Confundieron al pequeño llamándole débil, 
amordazaron al gentil y al que sueña, 
y comenzaron a construir con celo 
un imperio absurdo 
de superfluidades. 



Nená de la Torriente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame