Me da hambre ese puñado de hojas
en tu pared.
Tal vez en otra vida fui insecto.
Tal vez lo fuiste tú,
tal vez lo fuimos.
Hambre de insecto que siente hambre,
si miro ese puñado de hojas
que ahora cuelgan de tu pared.
No todo es tan abril y tan verde,
ni tan gris y tan enero,
no todo es como tú imaginas.
Te vi llover, fuiste lluvia y te oí lloviendo,
me produjo tanto dolor de planos,
tanto dolor de curvos,
tanto dolor en los ángulos
que creí encontrarme el alma.
Me quedé colgada de un pie
en un balcón imaginario, y el otro
pendiendo de un rabo de neblina.
Y ahora mírame, pulgón o mosca blanca,
mirando con absoluta avidez
ese puñado de hojas en tu pared,
todas verdes, y todas solas.
Nená de la Torriente
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