De cómo llegaste aquí
no me has contado nunca.
De por qué y de qué manera sutil
dirigiste tu mirada a una hoja
y no a otra,
y coincidiste con mis ojos un segundo.
Que la vida lleva su firma, me dijiste,
y dudé si coincidir contigo
era un acto conveniente
o algo tan real como la lluvia.
Pasaste sobre mí sin verme.
Viviste de manera tangencial
lo que era mi voluntad y mi conciencia.
¿Ahora hacia donde caerá
tu bala suspendida?
¿A qué beso
tus labios dulces?
¿A qué piel distinta
tus manos
de araña mansa?
Nená de la Torriente
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