domingo, 28 de febrero de 2016


Sobre este poniente 
todo debería de ser más fácil 
pero no lo es. 
Hablamos del amor 
con una soberbia generosa, 
cuando hace tiempo  
que las alas de mariposa 
se hielan en el estómago 
y tirita la lengua de los precipicios 
en su aviso de descuello vulnerable. 
En esta edad 
todo debería de ser más fácil 
pero no lo es. 
Presumimos de saber caminar a solas 
cuando es nuestro quizá silencioso, 
que al repartir papeles 
nos fueron quedando estos, 
y no los de fiestas ambulantes 
a los que ya acudimos en remotos 
levantes.  
A esta luz 
todo debería de ser más fácil 
pero no lo es, 
que los libros acumulan contrarios 
y todo se vuelve interrogante, 
y con un movimiento de hombros 
esgrimimos la respuesta 
menos palpitante, 
pero no por ello 
menos apartada de la verdad. 



Nená de la Torriente
La cana



A sabiendas 
de que tu sol no es de invierno 
y no voy a buscar su beso en las tapias 
-aunque tal vez me agradaría-, 
escucho su voz amantísima 
de cálidos alientos, 
atenta siempre a todos los sonidos 
-más suyos que de nadie- 
como la tierra, mantel arrugado, 
que se dispensa y se extiende 
generosamente para la lluvia. 

No me tengas cuidado 
que no doy juicios severos 
ni de cuantía, 
eso lo hacen aquellos 
que les pesa una levita 
mal reconocida, 
y a mí ni me conocen. 
Ando erguida en cualquier orilla 
y hasta desnuda aún puedo caminar 
sin que me llamen a juicio, 
y si así fuera no acudiría 
que poca fe tengo en esas cosas. 

Si escribir es estar en una brecha 
de vitales desencuentros 
de poco me sirven las ~aches y las ~jotas 
cuando no hay nervadura ni fondo 
en lo que al contar ando leyendo, 
a no ser que el que escriba 
quiera meterlo en cajitas de cuero 
o en fina capa de árbol difunto, 
con ediciones exquisitas 
y tedi-liciosas presentaciones. 

Detén tu desgaste en campo de trigo 
tiznado de vino y amapolas  
o en sucio y roto abrigo 
al amparo de una calle hostil 
-aunque pronto aprendas a hacerla amable- 
Que mejor el foam que el frío adoquín 
y la coima que la opositora, 
el agua que la bebida rancia 
de aristócrata biblioteca 
-de sensibilidades cero- 

La palabra justa, amable 
y hasta acariciadora, y 
si hiciera falta volcánica 
de un segundo, 
como una bala de cañón 
directa al pecho, 
sin perder más segundo 
que el de un solo aliento. 

Vive,
con más de una sonrisa 
al día, 
como galletas guardadas 
en el bolsillo de un gabán 
-tu gabán- 
al que reponer al llegar la noche. 



Nená de la Torriente

miércoles, 24 de febrero de 2016

Diecinueve velas...

Por ti me despertaría 
de este morir en ausencias, 
sembraría parasoles en días nublados 
para precipitar a la lluvia, 
arrancaría el disfraz del paisaje 
y el halo misterioso de los cuentos sin luna. 
Por ti huiría de mis horrores 
como quien rasga un celofán exiguo, 
plantaría risas que como cerezos 
darían frutos encarnados, 
sacudiría mi pecho en torrente de estrellas 
adornando el firmamento, 
Por ti sometería a la Belleza 
y encadenaría al viento, 
doblaría mi rodilla 
hasta enterrar el hueso, 
te entregaría estas dos manos pequeñas 
y otras mil manos que me nacieran, 
y hasta llegaría tarde a mi  funeral. 


Nená de la Torriente 



martes, 23 de febrero de 2016

Radiales

No existes. 
Me he mordido la lengua 
que no tenía 
y aun así hablo de ti. 
Empapé el rostro 
a la lluvia 
y volqué con pétalos negros 
el amanecer más blanco, 
pero ya no anidas conmigo 
en esta cubierta de pieles. 
Hice todo lo que me dijeron 
que hiciera, 
y matándote no conseguí 
ser libre, 
ni feliz, 
ni más juicioso, 
sólo otro desastre más 
en esta dispersa variedad  
sin género;  
un argumento roto, 
una sin mercancía. 
Se apoderó de mí el musgo 
al no verte cosido a mi costado,  
me convertí en una roca fría, 
una palabra átona, 
un ser anónimo que camina  
entre los otros. 
¿Y ahora cómo te hago venir? 

Nená de la Torriente

sábado, 20 de febrero de 2016

A ti que me lees
(gracias)

Me visitas 
y te quedas bajo la escalera 
con una respiración inaudible. 
Piensas que tal vez no imagino 
cómo serán tus ojos ni tu nariz grande  
ni tus manos heridas, 

pero mi cabello se extiende 
más allá del jardín, 
de la fuente 
y hasta derrumba la tapia 
que cualquier hombre puso en nombre 
de un Dios necesario. 

No puedes esconderte. 

No deberías esconderte,  
que el brillo de la distancia 
y el contraste de la sombra 
son dos mapas sicofantas,  

y soy una torpe inocente 
que creció oyendo historias 
de allende los mares 
y de estas otras cercanías, 

con el mismo entusiasmo 
que la gusana se enreda 
en sus propios anillos 
y sabe ser cebo de hermosos peces. 

Sé que no entiendes todo 
lo que te digo, 
como yo no entiendo esto ni aquello 
que me empuja, 

pero sigo anudando letras 
con desesperado empeño 
como si la vida fuese una caja chica 
donde guardarlas dentro. 

No te enojes si falto a mi cita, 
si crees que no estoy escribiendo 
-que si lo estoy, 
pero ando pasajera- 

Que aunque adivino que mi entrega 
no es una cesta de presentes, 
sí te acompaña cuando me visitas, 
aunque estés debajo de la escalera 
y tu respiración parezca casi inexistente. 


Nená de la Torriente 


martes, 16 de febrero de 2016

CIEGOS

Hoy te están escribiendo 
una carta de amor, 
y tú tan distraída. 

¿En qué dirección crecer exactamente? 

¿Hacia dónde apuntar la pupila 
como una almadraba de redes? 

Sé que me he perdido en círculos 
y no es mal paso, 
que he aprendido a pensar andando 
observando el suelo 
y mucho más allá-allí, 
donde no queda rastro de mí 
ni de las cosas que he visto. 

A estos olmos azotados por la helada 
le han hablado sus raíces 

 ~No me ames sólo hasta que deje de serte útil~ 

Escucho como se golpean las ramas 
con sus escasas hojas 
enojadas por la pregunta. 

En la charca las gotas de agua, débilmente, 
susurran ya lisas como la roca blanca 

~Ven a verme aún cuando no bebas de mí~ 

Pero todo alrededor enmudece 
como el verde burbujeo del frío. 

Aislados como poderosos estancos 
impermeables a todo aquello que no nos valga 
¿porqué ofrecer sin recibir nada a cambio?  

Qué perfecta imperfección ésta 
que sabiéndose así  
aun se piensa babilónica  
y entregada al prójimo 
y hasta manifiestamente ejemplar. 

Hoy te están escribiendo 
una carta de amor 
y tú tan distraída. 


Nená de la Torriente

sábado, 13 de febrero de 2016

toc toc
y tic ¡oh!

En mi muñeca  
la carrera imperturbable del reloj suena 
como cualquier música natural de ahí afuera.  
El portal en su enrejado asido al muro  
golpea una y otra vez, 
recordándome que estoy viva. 
Te vas y no sé si sigues aquí 
ni si te me metes-ocultas. 
El tiempo es un dibujo en la pared 
que parpadea, 
las muecas, burbujas de aire húmedo 
en un espacio de caricaturas 
con tu rostro y el mío, besándose. 
Ridícula es esta voz en los pulmones 
que se queda sin oxígeno,
y habla con un puente 
de pasitos casi inexistentes. 
Cuando suba la persiana el día 
le diré adiós a todo 
lo que suponía una alegría infantil, 
casi ofensiva, 
lo que he observado 
y aprendido de las cosas, 
tan frustradas en sí mismas. 
Todo lo he asimilado para romperlo 
ahora lo sé, 
porque Todo es mentira; 
no me lo dijeron pero puede ser el infinito  
siendo sin ocurrir al mismo tiempo, 
se puede batallar y ganar sin sangrar siempre,
amar más allá de la palabra,
del papel, 
del beso, 
de la vela en la ventana, 
porque nadie ni nada es anormal
cuando aprendes a barrer 
las sutiles y brutales lindes 
que terminan alcanzándolo todo. 


Nená de la Torriente

lunes, 8 de febrero de 2016


Juego a no dejar de jugar 
jugando a un juego que no conoces, 
no sea que marques sus reglas, 
esas que debería recordar 
y piensas que olvidaría. 
Juego a seguir jugando ayer, 
mañana, 
todavía, 
hasta esa esquina de la tapia 
donde no me sigan tus ojos, 
no vayas a decirme 
que anduve corta en silbatos, 
que me desvelé poco 
o que no estuve atenta, 
tal vez, 
a otras armonías. 
Juego sin jugar jugando 
a mirar la muerte sin MeloYDrama, 
-que jamás invitan a esas damas al baile 
de graduación eterno- 
Y hasta coquetamente juego 
a que mis zapatos encojan 
sobre un teclado de risas, 
en la escala más alta de todas, 

y es que si pudiera correr más ligera 
las nubes no serían de agua 
ni del tiempo hablarían las estaciones, 
¡oh, esas estaciones sin apeadero en vuelo! 
Pues he brincado más que la luna 
en noches de estrellas sopladas 
donde ni los pobres lobos supieron   
qué porción de cielo encañonar 
para apuntar sus hocicos de música. 

No te rías, no. 
Aún puedo cenarme el mediodía 
y almorzarme la madrugada 
y regresar a casa y decir: 
¡Esta no es mi casa!
Y salir a vagabundear entera. 


Nená de la Torriente

miércoles, 3 de febrero de 2016


Hoy puedo estar en todas tus lenguas 
y ahogarme en millones de sabores. 
Puedo ser canción, risa, propaganda, 
hélices verdes desplomando el aire en aromas. 

Puedo traerte en bocanadas el elixir del vino 
cuando te recuestas a tomar oxígeno  
fuera de tu cuerpo, 
y mucho más 

alejada de lo que es tuyo 
y de lo que pensaste quizá algún instante, 
mío, a medias, 
un sorbo de placer en rastro continuo 
tú-yo-tú-yo-tú-yo-tú-nadie 
sin memoria de espalda-vientre 
en dicotomía de seres al unísono 
-esa realidad tan per.imperfecta- 

Una fantasía, un dibujo, 
una margarita mágica posada en rojo 
desde algún rincón de la mente; 
una balsa en medio de un lago imposible 
que vadea orillas frecuentadas a diario, 
con una cotidianidad calmosa. 

Hoy puedo milagrosamente volver a ser 
lo que un día me concedió  
el azar más caprichoso y 
regresar nube y campesina  
a la tormenta más imperceptible. 


                       Nená de la Torriente