sé que has silbado 
sobre los pastos de Cabuérniga,  
codiciando un mugrón 
para soñarte de nuevo. 
Me preguntas y no sé a quien escribo 
en esta carta interminable 
de apilados verbos. 
Me detengo y respiro, 
giro los ojos hacia todas partes 
como una turbina enloquecida 
devorando el aire. 
Crees saber quien escribe, 
cómo huele mi pelo, 
el tacto de mi piel ,
mis andares. 
Te abandonas a las sombras 
que imagino, 
ahora que mi pulso sucede 
lento como la voz dormida, 
campante 
como el humano sin recelo. 
Llévate de mi 
el palio por debajo de las nubes, 
la boira que ahoga mis pulmones 
despacito, 
y quédate con lo que ahora sé y 
me complace:  
El sol, el árbol, las estrellas, 
la luz de todos los ojos.
Acepta el escaque de los días 
a saltos insobornables, 
siempre entre blancos y negros, 
y piensa sin pensar deprisa
cómo concursa la vida 
entre abrumados trancos 
y levedades. 
Nená de la Torriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame