lunes, 26 de diciembre de 2016

L O V E  a  L O T
 
Nos faltaba el aire
que arropa los regalos,
el lazo catastrófico,
la cunda que porta
las miserias
y ese miedo a la felicidad,
a la imprudencia.
Llevábamos un hilo
sin costura,
el lápiz de babas y
su adivinanza borrosa,
la ilusión que nada teme
y la palabra más obscena
e imperfecta.  
El beso
¡oh sí el beso!
Con una pasión
desconocida.
Me dijiste me quedo hoy y 
mañana
y te creí,
como amarré a mis muslos
tu capricho aniñado
que jamás supo de Adán ni
del pecado de Eva. 
Sospecho haberme distraído,
haber reventado la carne
en promesas absurdas,
llamar a la enfermedad 
con mi loca transparencia
para dejarla anidar
en todos mis huecos.
No sé si me quisiste
y al cabo importa menos
que haber alcanzado la luna
en el mismo océano,
un improvisado oasis
en vísperas
de ese pasado que nos adelanta.
Quién quiso hablar de amor
a los cincuenta
y no urdió albacaras y fortalezas,
quién no amó una quimera
y su dulce esperanza
de repoblar el bosque más íntimo,
si no fuiste tú te perdono.
 

Nená de la Torriente

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