lunes, 5 de septiembre de 2016

Si pudiera hacerte ver... 


Ya te tiendes confiado en mi disparate 
y manejas las hojas de los libros 
como si fueran agujas, 
confundes esta sonrisa tierna y 
mi cortesía 
con la estupidez y la flaqueza. 
Si pudiera llevarte el canto de la alondra 
sobrevolando la montaña caliza 
sin abarrajar tu línea de certezas 
(ni tu alto sentido de la música), 
ambos nos pensaríamos 
como dos flautas dulces 
buscándose en la escuela. 
Cómo convencerte, 
acertarte, 
referirte, 
que hay delante un infinito 
lleno de estrellas 
y que su luz oculta otras detrás, 
que sentarte a respirar en un ajedrezado 
aturde los sentidos 
y los juicios más exactos. 
Cómo acercarme a tu perspicacia, 
a tu irreflexión, y 
sacudirlos junto a los bienes del mundo
ocultos a tus ojos de soldado, 
extraviarte la mirada hacia otra ocasión 
que no sea este tiempo en que te engañas.  
Debería haberte enseñado 
hace mucho, 
mucho tiempo, 
el esplendor y la magia 
de lo que ahora te resulta insignificante. 


Nená de la Torriente 

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