El mundo no nos acoge en su regazo, nos tolera.
Vivir para recorrer lo que se pueda,
no te equivoques,
infinitos posibles no se encepan
ni más pan del que pudiste hacer acopio.
Un poco de suerte en el desorden
de sucesos o voces balbucientes,
otro poco de afectividad
detrás de algún bardal con expresión humana.
Tal vez imaginar un amor palatino
en un minúsculo gesto, y ya.
No te demores.
Eres la vida arañando el légamo,
el esfuerzo,
las ganas por seducirte,
la batida incesante, el amor,
el frágil vestigio del que añora.
Hazme caso,
ve y ata tu barbuquejo
antes de que el viento levante tu sombrero,
y de que el mundo olvide, irreparablemente,
que estuviste aquí.
Nená de la Torriente
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