¿Lavo el espíritu?
¿Cómo reconocerlo
¿Cómo reconocerlo
entre sus muchas sábanas?
No me juzgues todavía.
No me juzgues todavía.
Soy nadie y lo soy todo.
No hay teatro ni drama,
ni novedad por un siglo más romántico
que otro,
ni cabeza de alfiler,
ni creencia en un megamío inútil.
¿Por qué te escribo?
Porque sufres,
porque te quiero,
porque aunque no me lees
tal vez un día me encuentres
buscando una receta de gnocchi,
o me sientas
en el intervalo
de una exhalación minúscula.
No somos lo mismo pero
somos casi lo mismo,
un intento de seguir luchando
para dar sentido a todo,
un abstracto escaso
por su ambigua instancia
pero excelso en su origen.
Estoy contigo
y eres tú conmigo,
idea y término
en naturalezas casi idénticas,
porque sólo las pasiones nos viajan
por caminos oblicuos
y definen un pulso de otro pulso.
Por favor no me juzgues.
Nená de la Torriente
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