el mundo es demasiado grande;
no éste de persianas bajadas,
acordelado,
con palabras y sonidos cíclicos,
como el polvo besa a los muebles.
No sirve de nada que te escriba
de un universo desconocido
bajo lo insondable del océano,
ni que me pinte los labios
con la savia de los árboles
para que me veas más bonita.
Los días son sólo días
y la distancia
-una coma perdida entre muchos papeles-
el paso de un pigmeo
en un espacio de titanes.
Con este desahogo te cuento
que casi nada importa,
que creerse númenes en la tierra
es un desvarío,
pues abarcamos todo
-lo que no nos pertenece-
con empalizadas convenientes.
Y entiendo
que no debo entenderlo todo,
que puedo ser alborada atardeciendo
-si se me antoja-
o arroyo suspendido,
en este íntimo silencio.
Nená de la Torriente
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