domingo, 25 de septiembre de 2016



Poca es tu boca 
cenicienta en todos los bailes, 
tu caricia sin roce, 
tu mirada volandera. 
Poca esta porción de cielo 
llena de ángulos, 
el peso de tu paso en mi escalera, 
tus virtudes estudiadas. 
Poca es tu sonrisa
caprichosa y badulaque,
tus maneras,
la consciencia que te tilda.
Difícil es que te crea,
que te alimente,
que te aplauda,
pero no imposible que te sienta 
o que te quiera.  
Si fuéramos dos a perdernos,
si de verdad lo fuéramos, 
y este mundo un sitial 
de miles de solemnes, 
la vida nos enseñaría a protegernos, 
a observarnos desde lejos 
como lápices mordidos; 
Porque tú has llegado a mi espacio 
para quedarte, 
como una sin promesa de cientos 
o una estrella mortecina,  
como un ser humano fugaz 
para mi inagotable querencia. 


Nená de la Torriente

No me llores más. 

Puedes volver a peinar margaritas 
o a erizar la piel de las montañas 
con tu mano de párvulo, 
atrabancar una vez más el mundo 
desarmando reinos personales, 
sólo con una palabra. 

Y qué de tu cabeza imprudente 
cuando la luz la alcance, 
cuando todo te habite distinto a los recuerdos. 
Y qué si baja la luna y no la esperas 
o se impacienta sobre ti la voz del mesurado. 

No me llores más. 

Detén el ardid de lo mohíno, 
los hierros de la ternura 
atados inevitablemente a lo frívolo, 
el cariño agónico y huero, 
las lamentables mañanas y 
sus penas de vidrio. 

Súbete a las palabras magas, 
a los ritmos locos del corazón estrella, 
a la armonía simple. 

Pero si vas a sacrificarlo todo 
aléjate de mis ojos, 
de estos dedos, 
de mi cintura, 
de esa verdad a medias 
que utilizas para negarte, 
y no 
me llores 
más. 


Nená de la Torriente

sábado, 17 de septiembre de 2016

CONTUSOS 


No me odies 
Detrás de todo siempre solos  
Una gota en la pared sin recorrido 
El desgaste de los años 
y de las verdades 
Los primeros sueños 
La primera vez 
El tiempo colándose 
en los pantalones viejos 

No me odies 
La cercanía arrumbada 
Tres monedas por un beso 
Quizá usted, tal vez mañana 
El latido interruptus 
Hoy no es ahora es lo que estaba 
Para mañana la misma voz 
de niño 
Malherido el gesto  

No me odies  
Muda la esperanza 
Ser del montón reconforta 
No quedan amigos 
Nada en la ventana 
El paisaje siempre es el mismo 
Crece el íntimo palenque  
Tú y yo monopolistas 
La vida golpeándonos los ojos 

No me odies 
Tras la vida siempre solos 


Nená de la Torriente

lunes, 5 de septiembre de 2016

Si pudiera hacerte ver... 


Ya te tiendes confiado en mi disparate 
y manejas las hojas de los libros 
como si fueran agujas, 
confundes esta sonrisa tierna y 
mi cortesía 
con la estupidez y la flaqueza. 
Si pudiera llevarte el canto de la alondra 
sobrevolando la montaña caliza 
sin abarrajar tu línea de certezas 
(ni tu alto sentido de la música), 
ambos nos pensaríamos 
como dos flautas dulces 
buscándose en la escuela. 
Cómo convencerte, 
acertarte, 
referirte, 
que hay delante un infinito 
lleno de estrellas 
y que su luz oculta otras detrás, 
que sentarte a respirar en un ajedrezado 
aturde los sentidos 
y los juicios más exactos. 
Cómo acercarme a tu perspicacia, 
a tu irreflexión, y 
sacudirlos junto a los bienes del mundo
ocultos a tus ojos de soldado, 
extraviarte la mirada hacia otra ocasión 
que no sea este tiempo en que te engañas.  
Debería haberte enseñado 
hace mucho, 
mucho tiempo, 
el esplendor y la magia 
de lo que ahora te resulta insignificante. 


Nená de la Torriente 

jueves, 1 de septiembre de 2016


¿Desde qué parte de mí escribirte? 

Esta nebulosa se mide en centímetros 

vive en un imposible 

es aire que se arraiga 

es niebla desaguada 

En el letargo de las lenguas 
los ojos 
van por delante timbrando puertas 

Caen las letras del teclado 
como lágrimas borrosas 
hartas de ver sólo espaldas 
en su camino a la redención 

¿Y tú dónde te quedas? 

Te veo ahí ambulante quieto 

ducha fría que quema 

intemperie recóndita de tejas rojas 

Un sublime nada tangible 
para mis manos leves de cornisa 

y es que tú eres más imposible 
que mi nebulosa 
y que todos los verbos que giran 
sobre 
sí 
mismos 
cuando es una lengua de niño 
quien los entona 

¿Desde qué parte de ti me llegas? 



Nená de la Torriente