Me dijo: Cada vez entiendo menos
las costumbres de este mundo
y su medida innecesaria y fortuita.
De este mínimo a otro
una horizontal en blanco.
En un punto de luz, mil sombras;
En ellas te guarda con su desaire más profundo
pero de este modo va a echarte fuera,
tan afuera como el resto de las cosas imposibles.
Y es que sabe que se debe un océano
y la risa de otros mil delfines,
caracolas hermosas y reflejos irascentes,
una paz a medio camino del paraíso
y el amor de las entrañas de la tierra,
ese que abraza sin asfixiar.
Se obligó a considerar
que no estuviste en su derrota,
ni en los anillos de sus medias
en noches de éxodo y exceso,
tampoco en la sal de su llanto
porque le cerraste la puerta,
despacio y en profunda cobardía.
Y llegas para llevarte su calidez,
su sexo,
el alarde vital con que muerden sus ojos,
su plato, su carcajada loca
y sus momentos de lucidez.
Pero ella va a echarte ahí afuera,
tan afuera como el resto de las cosas
que nunca llegarán a producirse.
Nená de la Torriente