domingo, 31 de julio de 2011


Si me pierdo búscame
en ese mundo vertical
que soñó con ser oblicuo.
Una tapia quizá
con nombre de viejo mundo,
un caracol con voz,
una vieja hiedra reservada,
y un vivo laurel que sabe de mí
más que yo misma.
Si me despisto o me derroto
no te inquietes,
tengo la pelliza del cielo,
llevo coligada la calma,
el destello insomne en el ojo
y aún la palabra escrita.

Nená

Escucho el sonido del mar
en la caracola del cielo.
Como siento tu boca
en el tren que recorre
la vía estrecha de mi espalda.

Veo colinas con olivos
en tus rodillas quietas, y
más allá un bosque mágico
que conocen las palomas.

Cuando besas mi cuello
se hace de cristal el techo
y puedo mirar un firmamento
donde bailan marionetas,
y hasta saludo a mi bella
Tola, mi quequa extraviada.

Todo es tan extrañamente contiguo,
tan imposiblemente cercano,
que el vuelo de las moscas
nos rozan, y nos convierten
en dulces puntos de mapas.

Nená

sábado, 30 de julio de 2011



Nieva sobre mí,
sobre mi nombre con acento.
Nunca me gustó la nieve,
esa muda manera de borrar
el color de las cosas,
de desteñirlo todo.




Puedo contarte
que debajo de todo
hay un mundo
que aún late,
 ¿me creerías?
Ni siquiera sé si yo lo haría.
Es cómodo abandonarse
al embozo del cielo,
al nido callado del tiempo.
Vivir lento, hablar bajito
y rondar los sueños de todos.
A veces viajo,
me pongo la bufanda
y escapo un rato,
planeo y miro el mundo de nuevo,
y te escribo,
te escribo tanto
que me cuesta regresar.

Nená

viernes, 29 de julio de 2011


Volverás a pié
porque el que vuelve
lo hace con el arrebato
del encuentro,
sin miedo a la sorpresa
sin temer el cansancio.
Ya no habrá carreras
ni precipicios,
el hambre de alcanzar metas,
de conseguir ministerios.
Todos tenemos derecho al regreso
al pan y mantequilla,
a la sombra de la higuera,
al recuerdo del anciano,
a la vía del tren,
al hornillo,
al cuento por la noche,
al viejo perro en el escalón bajo,
al compañero de colegio
y aquel aroma distinto
que perfumaba aquella
primera infancia,
no a la segunda,
ni a la tercera,
ni a esta última.

Nená

jueves, 28 de julio de 2011


Yanta de mí
de esta esquina virgen
que busca un nombre.

Voy a darte motivos
para que cojas
tu caja de útiles,
para que rebusques
en tu arqueta de lápices
o entre todas las fichas
de tu imprenta.

Quiero que concibas en mí,
que hagas de mi piel tu casa,
que después de amarme
aceptes la lumbre y la fragua
entre el dulce pezón y el ombligo.

Y trences con mis piernas
el largo invierno
que padecerán las tuyas,
y que sude el anafe
cuando suenen las doce,
para que se renueve la risa, y
ese ‘todo un todo’ opulento.

Nená

Huecos.
Busco una ventana,
un ventanuco,
un ojo de buey,
cualquier agujero en la pared
para colarme.


Si no entro
meteré la nariz y respiraré,
aspiraré tan fuerte
que raptaré la atmósfera
y todo su oxígeno,
los deseos en noches de luna
y miles de luciérnagas.

Devoraré estrellas fijas
o rabos de cometas,
lágrimas sobre sábanas
de algodón o brocado,
risas entre orgasmos
de amantes exhaustos.

Necesito respirar,
ayúdame a encontrar
mi tapia y quebrémosla.

Nená

miércoles, 27 de julio de 2011


Se abrió el mar para él,
la carne hecha acequia.

Esta es su piel, mírale,
más allá del amor
está la simiente,
el peso del aire seco.

Adivino que te quedarás
al otro lado del siglo.
Harás eso,
nunca fuiste valiente.

No vas a esperarle,
el sonido del vacío te asusta.

Prefieres el secreto del mar
-la herida rasa-
y jugar a dormir durmiendo.

Y no saber más de ti
y no jugártela a un verso.

Nená

martes, 26 de julio de 2011



Aún algún babieca
cree que el arte necesita licencia,
una presentación aparte,
una levita,
tal vez alguna cana maestra.
Aún algún torpe
cree que hay llavines
para las cosas soberbias,
y círculos cerrados,
y mercados donde
sólo existe lo extraordinario.


Aún algún negado
sueña con aranceles
para apartar a hostiles,
tallas de pluma lícita,
manuales de poeta.
Yo recojo mi pelo
y huelo el aroma
de la albahaca,
cautiva imprimo signos,
libre escribo ensueños
y entre tanto y esto,
dejo pasar los días
sin pensar en su gravedad.

Nená

lunes, 25 de julio de 2011


Qué curiosa manera de alzar la voz.

¿Qué te falta?
¿Quieres que reconozcan qué cosa?
¿Quizá algo de abrigo?
Habla conmigo.
Sobran almanaques inútiles.
Títulos en las paredes,
presentaciones vanas,
carreras vertiginosas,
volatines y sobradas maneras.
¿Qué te falta?
Yo tengo un carro de arena,
dos palas y un cubo,
podemos hacer un castillo,
un foso, un patio de armas,
un puente levadizo y la almena
de la guardia,
un príncipe,
una princesa,
un pináculo bien alto,
una luna inmensa,
y un precioso beso largo.

Nená

Agosto desposa la playa, y le da un apellido distinto.
Ni la noche
le libra del olor de los cuerpos.




La cubre el aliento
de los que adoran el sol,
y soldado a los muslos,
al cabello, a los labios
la noche siente la náusea.

Denso, detrás de las sombras,
ese calor recorre su ombligo
jugando a canicas ciegas.

Y yo la contemplo
arrimada a mi ventana azul,
inventando un invierno.

Nená

domingo, 24 de julio de 2011


No quiero que me rescates
muchacho triste
-dijo la niña dormida-,
ni siquiera regresar
de este ir y venir difuso.

Soy siendo de este modo
que no conoce equilibrios.

Soy quien dobla la pestaña
por una caricia imposible,
y piensa que tal vez
no debió de pensar nunca.

                                    Mírame,
                                    soy mucho de ti
                                    y de esa luz que se cuela
                                    en el vacío de los muebles.
Soy el anhelo,
la palabra compuesta,
el matiz descuidado
que tú remiendas.
                                   Búscame en ti,
                                   en tus poemas,
                                   en tus números,
                                   en tus escalas,
                                  en tus instantes de niño,
                                  pero no vengas a salvarme
                                  muchacho triste.

   Nená

sábado, 23 de julio de 2011




El cielo calma sus sayas de agua
y sella mis ojos,
ya no he vuelto a llorar.




He dejado al azar mi melena templada
y mis labios finos,
no sea que quieran abrir fortines.
¿Ahora qué soy? ¿Quién soy?
No soy el riesgo del beso,
la llama del pecho
que ayer crepitó distinto,
soy la mano que escribe
lo que la palabra le dicta
y la piel, cálida y rendida,
que sueña con romperse
y darse en cientos de cientos.
Quiéreme,
sin propósito, quiéreme.

Nená

viernes, 22 de julio de 2011

-regalo-


Te regalo el cielo
que oculta mi mano
y el olor a roca,
este viento
lleno de sales,
de palabras sueltas,
de promesas de miles.

Te regalo una blusa
con muchas horas,
la flor caduca
que aún perfuma mi pelo,
esta libreta vieja
con letras convictas.

Te regalo la arena
que hurté en la siesta,
la sal de una lágrima
que no sabe irse,
la arruga en mi boca
que no es silente.
Los abrazos,
los cientos de abrazos
desiguales todos,
los verdaderos renglones
de la memoria.

Nená

Confieso que voy a dejaros poco:

que soy de noches sin luna
y de mañanas de lluvia,
que aún me encantan los lapiceros
y los manteles de lino.

Confieso que a cualquier hora
enciendo una vela,
cualquier plato es más delicioso.
Que el vino me pierde,
que me gustan las plantas sin flor
las de mil  hojas verdes,
y que prefiero las bañeras
para perderme.

Confieso que no aguanto al tonto
como devoraría al tierno,
y que la vanidad pueril
me irrita hasta lo inimaginable.

Confieso que soy torpe,
distraída de mis cosas.
Que no acumulo riquezas
-levantan polvo y contrariedades-
Y que no se venderme a la multitud
porque me asustan los confines.

Nená

jueves, 21 de julio de 2011


-sexo-

Siempre es lo mismo,
amor que sabe a resaca.

Déjalo a un lado, quieto,
a los pies de la cama
y mírala un rato.
No traigas mapas
en los dedos, ni un sucinto
tarareo,
no piensa silbarte a Bruch.

Todo esto que arrimas ávido
es sexo,
sexo ímprobo
o bendito sexo, delicado sexo,
deseo vestido en tules
una tarde de sábado.

Di lo que quieras,
véndele un gato,
una cesta de frutas,
un caramelo.
Llámalo amor,
y abre la boca tanto
como quieras.

Amo,
amas,
ama.
Ella sonreirá,
pero no le bajes el cielo.
Ya distingue su luz.

Nená

-muñeca rota-

La ola me ha guiñado
con probidad,
y hasta el aire
que golpea sobre mi pelo,
rompe de parte a parte
todo cuanto traba,
con mil conchas cegadoras.

                                          Sobre la almohada de sal
                                          escucho la voz
                                         de los sueños evadidos,
                                         anudando prórrogas
                                         con las que caduco,
                                         como una muñeca rota.

El murmullo del mar,
el sordo sonido
de un cielo en grito,
el raudo éxodo
de veleros que surcan,
el increíble color.

                                        Y entre toda fortuna,
                                        mi porfiado juicio
                                        -aún aletargado-
                                        se escapa a otros límites. 

Nená

miércoles, 20 de julio de 2011




-amigos/amantes-

La amistad no desvaría,
desvaría el hambre de lo cálido,
siempre buscando nidos
en razones humanas,
para no sentirse solo.

Este pacto travieso es longevo
y luce modales arcaicos:
Poesías primeras y osados versos.
El mundo vuelve para conseguir su tálamo,
siempre vuelve.

'Que mi carne en la tuya no sea un dardo,
sólo espacio librado y melodía exenta'.

Hoy regreso al pórtico de siempre,
y ya te has ido.
El helecho y la azucena lloran juntos,
las palabras mohínas y las aves.
No te di un beso,
¿de qué nos sirvieron los verbos?
Todo se conmina al olvido sin ti.

Nená