martes, 31 de mayo de 2011

Tendríamos que haber coincidido en alguna acera perdida de una calle cualquiera. Sin sonidos, dentro de un suspendido vacío que no causara extrañeza. Así se acaudillan los libros que acaban dando razones a todas las cosas que parecen no tenerla. Somos lo que somos,  no siendo siempre los mismos, un laberinto de verdades a medias de buenas o extrañas intenciones,  que acaban por unir esencias con otras voluntades -que de hecho nunca han planeado por el mismo edén-
Si la vida es una carrera contrarreloj, yo me paro.
Es absurdo, no saber qué clase de meta venderá mis cuidados, ni cuánto debo, ni cuánto tendré.
Nadie va a entenderme cuando me siente sobre la arena, y mire al mar durante horas,  y escuche el rugido de esa masa llena de vida hasta perder la noción del tiempo;  quizá tú sí me entiendas, o quizá no -nadie va a juzgarte-
Imagina que alguien me ampare, ¿qué haré con un amparador, le invitaré a pastas? La vida es demasiado absurda para andar dándole nombres a todo lo que meter en cajones. En el fondo me dan miedo todos esos que dicen: “nunca digas”, “no hagas jamás eso”, es como ponerse cinchos para encontrarse, para saberse ellos mismos.
Yo no sé quien soy siempre, pero sé a quien quiero, y estas son mis referencias, mis cariños, los únicos horizontes que nunca se mueven.
Tenedme en lo que yo os tengo, no voy a fallaros.

Nená

lunes, 30 de mayo de 2011

-En la bañera-


A ciegas, oculto y extravío.                                      
No soy un pez.
¿Cómo sería morir aquí abajo?
En este acuerdo del agua
mi piel no es mi piel,
sudario de licor y néctar,   
una mentira in-inteligible.
Soy transparencia.

¿Me he muerto?

Arriba
los azulejos sonríen mi ingravidez,
se burlan de mis ojos,
orbitan vacíos y locos
en ecos huidos, fugados,
hiriendo la sincorriente,
la conquietud.

Y veo más allá
-desde mi sepulcro de agua -:
el altillo donde guardo los jabones,
las esencias,
tarros de cristal en otra frontera.

Y quiero ser pez, y
no puedo.
Y te quiero.
Y te quiero.
Pero regreso
y respiro,
para olvidarte nunca.

Nená
Caperucita y el Bobo Feroz

(Lalalalalaaaaaaaaa, voy hacia la espesura y muy contenta yo voyyyyyyyyyyy! ♪♪)

Bola va y bola venga, el café de mañana que no se detenga. ¡Por la Gran Mentira del Mundo!… Bueno, pues, señores:

No hace mucho –qué digo muy a menudo- una bella caperucita tropieza, se encuentra o se precipita contra un gran Bobo, férvido y coqueto, y el alelado con grandes muestras de dominio le hace una reverencia.
Él pensará: Ya se ha fijado en mí, no cabe la menor duda
Y ella al punto se dirá: Vaya un zoquete.
Convencido con el frenesí de los que se gustan a si mismos, el gran Bobo feroz –sólo feroz en cuanto a energías en apariencia inanes-, dedicará sin complejos su tiempo al cortejo de la de la capa roja. Y se dedicará, se dedicará a fondo. Y si supo de ella algo más que su aspecto y sus redondas maneras,  no lo sabremos nunca. -Pero pensándolo bien esto sería un grave despropósito, y tema para otra historia-
Ella, por su parte, cantarina y de mente respingona, se sentirá resignada, al saber que el jardín de bobos se incrementa hasta límites desquiciantes; dejará de vez en cuando una mirada perdida -más vendida que perdida-, para no ser tan áspera con aquel tan y tan debilitado, compañero de especie o de naturaleza. Y así se sumarán por los siglos las historias de caperucitas y bobos, ambos equilibrando balanzas mal concebidas, y sumando uniones con futuros presumibles y bendecidos; y así ellos pensarán en su enorme éxito, los Bobos claro, y ellas sabrán, calladas, de cómo el viento roza sus mejillas y de cómo son realmente aquellos que dicen ser los únicos que las rozan…. 
Y coloríncoloradoestecuentonoseacabaránunca…. 
Y si me dejan elegir, yo prefiero hoy ser el gran Bobo, faltaría más, y como este cuento es mío me lo quedo ¿Opinas algo? Va a ser que no, va a ser que no…. De momento. ¡Ahuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! ¡Ahuuuu! ¡Ahuu! 
¡Ay mami, me he clavado una espinita...!

Lalalalalaaaaaaaaaaa ♪♪



domingo, 29 de mayo de 2011

No es el verbo.
La voz se arrima a la roca
y sucumbe a la amayuela esquiva.


Es el abrazo tibio,
el anárquico roce,
la calinosa mirada, 
perpetua,
inimitable.


Somos fieras de séquito,
seres humanos
en busca del mimo.
Manos sobre manos,
dedos que tropiezan
con orgánico designio.
Pulsos, ardentías,
la piel que sueña
sudar con piel;


pero yo te escribo,
aunque sepa 
que no es el verbo
ni la voz,
que se arrima
a cualquier roca
en busca de esquivas 
amayuelas anónimas.


Nená

sábado, 28 de mayo de 2011

No había un Dios en la arena,
el cielo cursaba recados al mar
-yo andaba cerca-


A la grandeza se le olvida
lo necia que a veces se nos muestra.
Un pequeño brillo de concha
bramaba con derroche su Palabra.


Ojalá fuese viento,
ojalá desertase,
no quiero escuchar la osadía
de aquellos que lo entienden todo.


Dejádme ser libre,
sorda, ciega, muda,
extremadamente inadecuada.


Nená